¿QUIÉN ES THOMAS KUHN Y POR QUÉ NO LE CONOZCO? (Tarea 3. Introducción a la Filosofía de la Ciencia)

 Inmersa en lecturas para entender la concepción kuhniana de avance de la ciencia, viene a mi mente un pensamiento recurrente y cada vez más ineludible: ¿Quién es este señor y por qué no le conozco? ¿Me he perdido algo en 5 años cursando Biología en la Universidad y 5 más de oposición? ¿Soy una suerte de impostora intelectual?  Y es que, aunque pueda parecer una excusa para eludir los complejos dilemas sobre la inconmensurabilidad entre paradigmas o para reflexionar sobre el papel de los modelos científicos, lo cierto es que encuentro justificado “desviar” mi atención a responder la gran pregunta que me asalta:  ¿Por qué la filosofía, y más concretamente la filosofía de la ciencia, no está integrada de forma central en los estudios considerados “científicos”?

Intuyo que no se trata de un fenómeno casual o carente de una deliberada intencionalidad y no puedo evitar aquí recordar el concepto de ciencia normal que Kuhn sostiene y, más concretamente, las siguientes palabras: 

 

El estudio de los paradigmas, incluyendo muchos de los enumerados antes como ilustración, es lo que prepara principalmente al estudiante para entrar a formar parte como miembro de la comunidad científica particular con la que trabajará más tarde. Debido a que se reúne con hombres que aprenden las bases de su campo científico a partir de los mismos modelos concretos, su práctica subsiguiente raramente despertará desacuerdos sobre los fundamentos claramente expresados. (Kuhn, 2004, p.34) [1]

La descripción que Kuhn hace de la ciencia normal -aquella en la que la comunidad científica comparte el sometimiento a un común paradigma- y particularmente, la definición del modo en que se enseña a las y los nuevos científicos, me recuerda al modo acrítico, irreflexivo y carente de todo contexto filosófico, social e histórico en que me formé en Biología.

Y es que, aún sin ambiciones revolucionarias (en el sentido kuhniano de crear una crisis que devenga en un nuevo paradigma) y a riesgo de resultar ingenua, la ciencia no debiera responder a dogmatismos ni a perpetuar la cosmovisión hegemónica en un determinado momento histórico.

Me pregunto, en fin, si la filosofía de la ciencia resulta disfuncional en un modo productivo en el que formar a una mayoría de técnicas hiperespecializadas y reservar el campo de las “grandes ideas” a una minoría parece la opción menos arriesgada.

Finalizo recordando las clarificadoras palabras del genetista Richard Charles Lewontin: "Las personas se ganan la vida con la ciencia, de ahí que las fuerzas económicas y sociales de una sociedad determinen en alto grado lo que la ciencia hace y cómo lo hace". (Lewontin, 2000).[2]



[1] Kuhn, Thomas (2004) La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica. México

[2] Lewontin, R.C. (2000) A doutrina do ADN. A bioloxía como ideoloxía. Ed. Laiovento. Galiza


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