ENFOQUES DE LA CULTURA CIENTÍFICA (Tarea 5. Epistemología y cultura científica)

El concepto de cultura científica es susceptible de ser entendido y desarrollado de diversos modos en función del prisma desde el que ésta es abordada. La propia concepción de cultura o de ciencia a la que nos adscribamos influirá en nuestro enfoque, tratándose de un concepto atravesado por múltiples factores entre los cuales la propia ideología de partida es determinante.

Tras la lectura de dos epígrafes pertenecientes a la tesis doctoral de María Laura Lázaro Olaizola (M. Lázaro, 2009), pudimos acceder a una visión general de los modelos que coexisten sobre la cultura científica o de cómo estos han ido evolucionando desde los más tempranos intentos de definición.

 La autora nos ofrece una revisión de los distintos enfoques a través de los cuales establece dos grandes líneas que entiendo no excluyentes entre sí:

1.      La cultura científica entendida como atributo individual, en la que encajaría la concepción de la cultura científica como alfabetización. Los modelos así entendidos están particularmente centrados en contrarrestar la falta de conocimientos de CyT de la sociedad a través de la difusión de contenidos. Si embargo, se admite que existen notorios matices entre las concepciones más tradicionales de transferencia de información en el irreversible sentido “ciencia sociedad” y sus posteriores evoluciones que incorporan conceptos como “apropiación” o “apropiación significativa”. En ellos se contempla la participación y democratización, admitiéndose, implícita o explícitamente, la necesidad de una cierta bidireccionalidad “ciencia sociedad”

2.      La cultura científica entendida como atributo social, donde entraría a considerarse el papel de las instituciones, de los procesos sociales derivados de la interacción ciencia-tecnología-sociedad y de la propia percepción social de la CyT. Esta dimensión otorgaría mayor protagonismo al feedback ciencia-sociedad, identificando la necesidad de que no sólo la sociedad conozca mejor a la ciencia, sino que, lo que quiera que debamos entender por ciencia, mejore su conocimiento de la sociedad.

En base a esta demarcación, la autora identifica tres vertientes del concepto: individual, institucional y de procesos educativos, comunicativos o de culturización.

Para finalizar, a lo largo de las líneas, vamos percibiendo los cambios que se han ido incorporando a la noción de cultura científica: de las primeras concepciones que identificaban el problema principalmente en una sociedad ignorante, han surgido visiones críticas que incidían en la necesidad no sólo de conocer sino de implicar, lo que condujo a la redefinición de lo que entendemos por ser científicamente culta o culto: ¿basta con tener conocimientos de CyT o debemos valorar también el nivel de participación social en el sistema CyT? Es más, ¿debemos sólo evaluar el nivel de cultura científica en la sociedad no considerada “científica” o ha de extenderse también a la “ciencia”? 

REFERENCIAS

Lázaro, M. (2009) Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental. Tesis doctoral, UPV/EHU, pp.: 87-106

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